viernes, 20 de octubre de 2017

¡Libertad ! Cuento de Rebeca Gutierrez Avilés

¡LIBERTAD!

Faltaban apenas tres minutos para la salida del autobús, y aún no había tomado una decisión. Me sentía como niña perdida en medio del tumulto, no sabía si era lo más correcto, o si como todas las mujeres en este mundo de hombres, debería acallar mis sueños y continuar con mi vida rutinaria.


Despertarme cada mañana a la misma hora, con la misma compañía, hablar de los mismos temas aburridos y sin interés para ninguno de los dos, los mismos olores matinales acompañando nuestra soledad interior. Nuestro tedio, nuestra amargura, pues a pesar de los años compartidos, experiencias y sinsabores, no habíamos logrado rescatar nada valioso, todo, absolutamente todo lo hermoso se había esfumado en el valle de la muerte.

Ya no sabíamos en qué momento se nos había olvidado sonreír cuando llegaba el compañero, -¿Cuándo y en qué momento se perdió el encantó?
Todo se había convertido en una carga demasiado pesada que con el correr de los años, se había tornado ¡insoportable!


Hasta el más simple comentario era tomado a mal, los ronquidos, la ropa desordenada, el plato sin lavar y dejado al olvido, la forma en que oprimía el tubo de pasta dental, todo, todo, ¡Todo era detestable! ¡Insostenible!
Yo no era,  ni creía haber sido una “Perita en dulce”, sin embargo uno siempre ve “La paja en el ojo ajeno y no el vigón que llevamos dentro”. Así que ni para qué quejarme más, mejor buscar una salida; sí, una salida, tal vez falsa para muchas personas, pero hoy por primera vez no quería pensar en nadie más, ¡Sólo en mí!
Había tomado la decisión de dejarlo solo, sí, ¡Solo!, aunque se “consumiera de amor por mí”, no volvería. Ya eran demasiados los insultos, demasiados los desengaños, los olvidos, los “no-detalles”, y todo eso me tenía hasta la coronilla.



Ya no tenía sentido seguir juntos, ¡Mejor muertos que juntos!
Mi maleta era la representante de mis sueños, pues en ella llevaba sólo lo indispensable, nada que pesara, ya había tenido bastante con esa carga de años viejos, de sueños destruidos, de planes nunca llevados a cabo.
¡Basta! Me había dicho esa mañana, justo después de que saliste azotando la puerta y mascullando unas palabras hirientes, como tu risa burlona cuando yo me equivocaba en alguna cosa intrascendente y tú la ridiculizabas hasta hacerme llorar, o de plano rabiar de coraje amargándome el día, para después llamarme y decirme tiernamente - ¿Me disculpas, mi amor?, ¡Basta, una y mil veces basta!
Ahora aunque ya estamos viejos, y que con los años viene la calma, he decidido irme lejos, lo más lejos posible de ti, de todo lo que me recuerde esa vida pasada y tan amarga como la hiel, tan triste y sin sentido, tan vacía.


Aunque no dejaba de pensar en mis seres queridos, -¿Qué van a decir?, ¿Cómo lo tomarán?, ¿Me comprenderán?, Pero no, no me volverían a retener; eso fue hace muchos años un motivo de angustia, sus rostros asustados mirándome, cuestionándome, recriminando mi actitud y mi desamor. Pero hoy las cosas han cambiado, ya no son niños, son adultos y seres independientes, ya no me necesitan, ya nadie me necesita, es tiempo de volar, de lograr aunque sea algo para mí, algo siempre soñado, algo como…
¡La libertad!, ¡Sí!, La libertad de levantarme a la hora que se me dé la gana, la libertad de comer lo que yo quiera, la libertad de ponerme lo que se me antoje, la libertad de pintar mi casa como siempre soñé, de hablarle a quien yo desee, de ir y venir como me venga en gana, de viajar y comprar las cosas más increíbles y ridículas, pero muy mi gusto, o simplemente no levantarme, no aparentar una felicidad que no siento, no ponerme la ridícula careta matinal y fingir que todo está bien, cuando es todo lo contrario, ¡Bendita libertad!
¿Por qué?- Es que nunca dejaré de cuestionarme, - ¿Por qué uno deja su individualidad para convertirse en el reflejo del otro?, - ¿Cuándo y en qué momento pierdes tu esencia y sólo respiras a través de la pareja?, ¿Por qué lo permitimos?, - ¿Por qué lo hacemos?
¿Por qué?, -¿Por qué?
-Y... ¿Por qué no?
- Pasajeros con destino a la ciudad de… - ¡Con permiso, -¡Con permiso!
- ¡Yo traigo el boleto número uno!




RGA

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