lunes, 10 de julio de 2017

Los libros

Nací berreando entre estertores líquidos y un reguero de libros que mi padre soltó de emoción al escucharme.
Me mecieron entre letras, con la voz estrangulada y estremecida de emoción de mi madre mientras recitaba romances para adormecerme, bebí leche y cante jondo  al estilo Lorquiano. Y con el pasar de los años rondé y rondé la biblioteca familiar mirando con envidia a los grandes que sabían ya leer.
Aprendí a reconocer las letras en los periódicos que mi abuelo dejaba en el solar, con un lápiz rojo y la boca fruncida con gran emoción iba cazando consonantes furtivas. Ninguna caza antes contó con tan entusiasta cazadora. Y aprendí a juntar letras y gozar de su música, de su cadencia. Adoré desde niña la música de las palabras, cada letra es especial y lleva su canción adentro, cuando se reúnen las letras precisas llegan a formar palabras con un acorde especial. Y más aún cuando juntas las palabras adecuadas, entonces se arma una melodía que llega hasta el corazón y hace sentir tu cuerpo ligero como flotando.


Leí emocionada versos monumentales escondida en el balcón de mi habitación en esas madrugadas que la adolescencia agravaba el sentir. 
Y cuando la audición se volvió fugitiva e inconstante, los libros fueron mi pañol y consuelo, el mayor cómplice.
Y descubrí la magia, la magia que nada tiene que ver con tristes conejos brincando de una chistera. Conocí la magia de verdad, esa que está entre las páginas de un libro. Esos libros-puerta, libros-ventana que se abren de par en par para adentrarte a esas dimensiones donde puedo volar en el inmenso cielo y brincar entre nubes, o sumergirme en el fondo del mar y atisbar los misterios profundos que esconde entre sus caricias liquidas. 
En las páginas de un libro me puedo convertir en la luna que se refleja en la mar o tal vez ser el pirata que navega entre mareas buscando su destino, quizás podría mirar a la sirena que peina sus verdes cabellos sobre el coral en altamar.




También puedo ser ese menonita que cepilla suavemente el lomo de un caballo mientras el sol juega entre los árboles, o la mujer que deja su país y se sube a un buque para llegar a otro continente.
Entre dos cubiertas de cartón se esconden mundos milagrosos, distintos y tan iguales, mundos ruines y perversos, sociedades ideales y angelicales, lunas llenas de romance y carcajadas. 
Con esa magia que convocan los escritores con sus letras, puedo sufrir al lado de la bella Desdémona  sus amores contrariados, o puedo ser el Moro atormentado. 
En un libro puedo vivir la frustración de Cósimo  al mirar de lejos a Viola, y agradecer al Principito por presentarme a su rosa. También puedo sentir el viento helado de la Laponia  sobre mis mejillas mientras voy al lado de Nils Holgersson sobre el Pato Martín. 
En un libro puedo aprender mil maneras de mirar la Luna y sentir el goce y la ira, la felicidad y la miseria que cada personaje experimenta. Entre las páginas de un libro aprendí sobre lo desgarrador que es el amor y la profunda miseria a la que los apetitos del hombre le pueden llevar. 
En las páginas de un libro he conocido a las mentes más brillantes, generosas y creativas, y también a otras extraviadas y megalómanas. 



En los libros he hallado consuelo  e inspiración. Han sido compañeros de mis horas más luminosas y testigos mudos de mis momentos obscuros. En un libro conocí las desdichas de una pequeña niña alemana que estuvo escondida en un laberíntico lugar y sufrí, lloré y reí con ella, para finalmente compartir el espanto y el estupor histórico de su final.
Los libros me presentaron a esa bella estirpe de seres que viven con el corazón atrapado entre la sinrazón y el paroxismo de la pasión, a los poetas. Las horas más sublimes de mi vida me las ha dado la poesía. 
Los libros son murallas contra los ruidos del mundo, las preguntas inesperadas, los discursos interminables que salen de la televisión y las pláticas sobre el tiempo y la vida de los demás.
Los libros son el regalo de la musa para los mortales. Los años pasan hasta en los libros, algunas historias se ponen de moda y luego se quedan olvidadas en los estantes y otras pasan la prueba del tiempo. Sigo enamorada de las letras y los mundos que convocan en su concierto, estoy convencida de la materia estelar que vive tras los párpados de los escritores. 
Mi mirada se sigue perdiendo y mi corazón acelerándose cuando estoy en esa cueva de las mil maravillas llamada librería.

Sofia Chiquetts.





Semblanza
Sofia Chiquetts, escribe poesía y cuento además de reseñas literarias. Egresada de la licenciatura en Literatura Dramática y Teatro (UNAM), Licenciada en Educación (UAL), y con una maestría en Ciencias (ITESO). Ha colaborado en varias instituciones educativas de alto nivel en Acapulco, Ciudad de México y Guadalajara. En el ámbito literario ha participado en La FIL Guadalajara, Lunas de Octubre y Encuentro de Escritores Sudcalifornianos en BCS, Feria del Libro y la Lectura de Ciudad de La Paz y también en La Feria del Libro de Los Cabos, BCS. Ha sido publicada en las revistas literarias CantaLetras, Espuma y Somos Guadalajara. En el medio digital han publicado textos de su autoría en sudcalifornios.com y PoetasHispanos.com. Forma parte de DKG Asociación Internacional de Profesionales en Educación y de ESAC Asociación de Escritores Sudcalifornianos  A.C. Su trabajo en fomento lector inició en 1990 y su primer poemario es “Mar de Tinta”. Su próxima publicación “Hortensia, Una Pollita Fenomenal” (LIJ) saldrá este 2017.

Contacto:
Twitter: @sofiachiquetts

Correo: sophiachiquetts@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recomendación literaria :LA TRADICIÓN VITIVINÍCOLA DE LOS COMONDÚ. Doctor Francisco López Gutiérrez

LA TRADICIÓN VITIVINÍCOLA DE LOS COMONDÚ. Doctor Francisco López Gutiérrez Editorial   Instituto Sudcaliforniano de cultura. ...