martes, 11 de julio de 2017

"EL SUEÑO DE LA RAZÓN" INSPIRACIÓN POÉTICA DESDE EL INTERIOR A LA REALIDAD COTIDIANA.


Domingo Valentín Castro Burgoin

De Miguel de Cervantes a Christopher Amador Cervantes
Comienzo citando a Miguel de Cervantes en su obra "La Gitanilla": "La poesía es una bellísima doncella casta, honesta, discreta, aguda, retirada y que se contiene en los límites de la discreción más alta;  es amiga de la soledad;  las fuentes la entretienen, los prados la consuelan, los árboles la desenojan, las flores la alegran y, finalmente, deleita y enseña a  cuantos con ella comunican".
Le sigo citando a otro Cervantes:  Christopher Amador Cervantes, quien en Escribir es incendiar  sentencia:
"la palabra no es la cosa
                                                                                       
ante todo poner en duda
lo que decimos y lo que vemos[1]
ante todo buscar la experiencia de las palabras
la experiencia en la palabra[2]
si la palabra no nos sucede en el organismo
llamémosle impostora..................."

Aldo e Iván el arte creativo
"El Sueño de la Razón" , libro de poemas de Aldo Fulcanelli, editado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura,   con los matices plásticos de Iván Guadarrama, en sus  80 páginas se puede disfrutar leyéndolo en unos treinta minutos y contemplar las imágenes que delinean cuerpos que definen de lo erótico a lo angelical, y del simbolismo policromado de rostros imantados de facciones profundas y manos y brazos amistosos,  en un abrir y cerrar de ojos; pero para escudriñar su profundidad, impregnada de versos y colores, el tiempo puede pasar sin sentirlo porque leer poesía y contemplar el arte pictórico puede ser tan rápido como nuestros sentidos nos lo permiten, pero inmiscuirse en los propósitos del poeta y las pinceladas del pintor, no es algo sencillo, tampoco exclusividad de iniciados, ni fácil actividad.
Parte de los efectos  heterogéneos de lo que la poesía produce en nosotros no es asunto del poeta, porque él no piensa en los demás para escribir, sino que piensa en la palabra hecha verso para expresar sus sentimientos, independientemente de la carga emotiva del lector, y más de lo que individualmente se pueda interpretar. 
Pudiera decirse que al acto consciente de escribir poesía subyace un pensamiento inconsciente y sin destinatarios: "Si yo puedo escribir, ustedes pueden pensar lo que quieran".  Esa puede ser la pretensión del artista y esta una decisión del lector.

Aldo le escribe al amor, y en consecuencia a los que aman;  le construye versos a la paz, como si fuera un dique a la violencia; y se esbozan renglones de misticismo y religiosidad que emergen tal vez de un pasado material que no termina de encontrarse a su antagónica espiritualidad:  "¡Dame tus besos! /multiplicaré los panes,..."; "Y somos polvo/......" "Y hubo una vez un hombre/ que amaneció con el tiempo,/ ni barro ni tierra fue,/ y en su escafandra contuvo los siglos,/........".  Y yo agrego, que como Roberto Carlos lo dice en su canción plena de espiritualidad y gratitud: "Esa luz, solo puede ser Jesús.....".
La Paz de la paz.
Me regreso a la paz, al tema al que también le escribe Aldo, no a La Paz de mis amores, como el San José de mis amores, de mis viejos vivos y muertos, de mis raíces.  Escribe Aldo: "La paz es la alegría del alma".  
No necesitamos tratados, ni estadísticas palaciegas, ni estudios psicológicos, para coincidir:  "La paz es la alegría del alma"; pero la paz, nuestra paz, la paz que por casi milenios vivieron nuestros  extinguidos cochimíes, guaycuras y pericúes, parece extinguirse como ellos lo fueron, por la avalancha de la modernidad impuesta en los ayeres, y ahora por la materialidad, el culto al dinero fácil, a la muerte de las balas que asesinan por igual a delincuentes que se reflejan en el rostro de sus sicarios, como a inocentes que la perversa casualidad -o la mala suerte- cruzó en su camino.  Y la paz que se afecta en las calles, también afecta la paz interior, la paz individual, la paz de las familias.  Por eso urge recuperar la paz para vivir en paz.  Para que sea la paz, como en los versos de Aldo: "La paz es saludar al sol sin camisa,/con la frente amplia y los zapatos sin sangre,/reírse con todo el cuerpo;/la paz es sembrar la tierra y/ germinar abrazos."
Una cosa es la muerte así impuesta en nuestros aciagos días, y otra cosa es cantarle a la muerte, desde las trincheras literarias, como lo hace Aldo Fulcanelli.  Es a la muerte a la que le dedica el más largo poema, diez de las casi ochenta páginas entre poemas y alegorías del pincel de Iván Guadarrama, y entre ellas se observa la nostalgia por la madre que se fue, por la que se llora desgarradoramente, pensándola eterna, pero que se fue sin decirlo.  Y de ello, la expresión de los lamentos de impotencia ante la madre: "Mi madre única de tres siglos,/ la madre de todos los hijos,/de todos los niños que amanecen con el alba,/ los inocentes que por existir son/ flores;/ y pieles intactas con olor a infancia."
Si para la poesía de Aldo "La muerte es el despertar del sueño/ la rebelión del silencio,/ la unión de muchas flores y muchos/ cantos,/ es no tener y no deber,....."  yo le agregaría en la paráfrasis contraria: la vida es el ser y el deber, y cada cual la vivimos y lo interpretamos a nuestro modo, a nuestra crianza, a nuestro entorno;  la vida, -como afirman mentes privilegiadamente espirituales- se debe vivir sin las ataduras ni los apegos que la posesión invadida de ambición y distorsionada por la soberbia del poder esparcen como dueños de vidas y haciendas, porque vivirla por el camino contrario, tarde o temprano, los acreedores fácticos la convierten en muerte, y sus deudores arrastran familia, regiones, estados, países, que están al borde del precipicio o van en caída libre, simplemente porque los equilibrios no existen.  Al efecto, Aldo lo concibe así: "Y si nosotros no existiéramos/ si fuéramos un sueño,/ cada uno durmiendo en su avalancha,/gozando su capullo de hueso y sangre,/ extendiendo sus alas anhelantes y/ anheladas,/ si vivo duermo,/ despierto muero,/ muero despierto,/ vivo/ despierto;/ y muero." 
No obstante, en el libro resaltan los versos de Aldo construidos libremente quien inicia con el amor y termina con el tiempo imperecedero: en Ad Libitum: "Te amo es decir/ usa mi camisa/ ponte mi piel si quieres/ vuela y regresa";  "Ayer, ¿recuerdas?,/ las campiñas verdes/ y los prados sinceros/ pariendo luces/ la ciudad sin fin";  en Hoy, Mañana y Siempre:  "Hoy/ el río extasiado/ te miró sin reflejarte,/ en el rincón/ rodó el olvido/........ "Mañana/ que tus manos/ sean tiernas como la infancia/....... "Siempre/ gravitarás sobre mis hombros,/ el leve rocío me hablará de tí,/ cuando tus cosas se hayan ido."
La medida del tiempo
Hoy, Mañana  y Siempre  podemos aplicarlo a un familiar querido, a un amor que se hace nostalgia, a unas serranías como El Picacho o la Sierra de La Laguna, al Mogote, a las islas del Golfo, a un hijo que pasa de la infancia a la adolescencia, de la madurez a la senectud;  a todo lo que tiene principio  y fin, y que por amor a ellos, al familiar que se nos  fue, al río que ya no es, al Estero que parece morir, a la tierra y al mar que ve contaminar sus veneros, podemos decirles: "Siempre gravitarás sobre mis hombros, el leve rocío me hablará de ti, cuando tus cosas se hayan ido", pero tus recuerdos quedan sobre mis hombros, en el cerebro símbolo de la razón, y bajo mis hombros, en el corazón, símbolo de las emociones, de los sentimientos, de esos de los que el poeta hace uso, para movernos a la reflexión, aunque no quiera, aunque no sea ese su fin, a fin de cuentas lo consigue.
Aldo, con su poesía, que nos es regalada en este libro, nos pone en esa posibilidad.
La transición poética en Sudcalifornia.
Aldo pertenece a esa generación de poetas y escritores que llegan a Baja California Sur y que la adoptan para transitar de una poesía que enaltece, que habla y escribe de lo que existe en la naturaleza, que se regodea en el regionalismo y se mantiene orgulloso de la sudcalifornidad, (que no nos debe ser ajena, de la calidad de sudcaliforniano)  como los legados de poetisas y poetas sudcalifornianos como Dominga G. de Amao, Manuelita Lizárraga,  Fernando Jordán, Margarito Sández Villarino, Néstor Agúndez Martínez, Alán Gorosave, Leopoldo Ramos,  Armando Trasviña Taylor,  Raúl Antonio Cota, Javier Manríquez, Edmundo Lizardi, Christopher Amador Cervantes,  Bobby García, Ignacio Campoy, Edmungo Lizardi, Javier Castro, Manuel Cadena, Ernesto Adams, Víctor Bancalari, Miguel Angel Solís, Eutimio Pinzón, Miguel Serrano y tantos más,  para tocar los linderos de la abstracción, a la que él llama "El Sueño de la Razón", no obstante que cuando la razón sueña, produce  invariables sentimientos que se plasman en la poesía.


Termino citando a uno de los más notables poetas exponentes del romanticismo español, de mediados del siglo diecinueve, Gustavo Adolfo Bécquer:  
"Mientras sintamos que se alegra el alma,
sin que los labios rían;
Mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
Mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos

¡habrá poesía!

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